En
mi caso me ha servido para no solo leer un libro por leer, sino reflexionar sobre
los temas que trata el autor en los capítulos del libro, comentar
individualmente/colectivamente lo que me evoca su lectura.
Hacer
mío el libro, adaptar personalmente la lectura, verme identificado en algunas
líneas del libro.
En
mi caso lo que me llamó mucho la atención fue la conversación que tuvo con
Maximilien y su falta de respeto, olvidada bajo la seguridad de sus músculos.
Al
comentar con otros compañeros, apreciar nuevas cosas que había pasado por alto,
como por ejemplo el tema de las golondrinas y el tragaluz, la negación a la
ortografía…
Por
último, ha servido para se nos oiga, para ganar protagonismo en la clase a la
hora de compartir conocimiento. Pero ¿merece la pena que se nos oiga?, en mi
opinión si, se aprende mucho más enseñando, en este caso exponiendo lo que nos
ha gustado de la lectura, que si por el contrario no lo hacemos. Se aprende más
de los iguales que comparten realidades, que comparten su conocimiento, que de
un profesor, que se quiera o no, está más lejano.
En
definitiva, me/nos ha servido para que la comunidad de aprendizaje de la que
formamos parte todos siga mejorando.
Coincido con lo que expones en esta entrada. Ha servido para que se nos oiga, para que compartamos nuestras impresiones y nuestro conocimiento. Como leía previamente en una entrada de Paula, la clase fue nuestra. Un diálogo constante que mantenía la comunicación siempre viva, haciéndonos partícipes en todo momento.
ResponderEliminarUn saludo!